A MARCOS ANA (Fernando Macarro Castillo). Humildemente.


Un día como ayer...(25/11/...)
nos dejó su cuerpo.

A MARCOS ANA (Fernando Macarro Castillo). Humildemente.

El sol se adivinada,
jugando con las sombras,
de las hojas tempranas.
La mirada perdida
soñadora y humana.
Bailaban en sus ojos,
las sombras de las ramas
y un sonido lejano,
como en otra galaxia.

Su delito es ser libre,
su corazón es agua,
un manantial que fluye
de su honradez sin mácula.
Su cuerpo prisionero,
pero libre su alma.

No se rinde al agobio
de los muros que aplastan
y las cuatro paredes,
veneran su templanza.
No se rinde a las rejas
que férreas le amenazan.
No se rinde ante nada.

Vuela ya golondrina,
vuela torcaz, sin pausa,
llévales el mensaje,
que nada ya le calla.
Que sus versos son aire.
Y perfuman el aura,
llegan a los rincones
que al respirar atrapan
y la cálida rima,
se acuna en las entrañas.

Prisionero, le llaman.
La cárcel la guarida,
del verso que le salva.
El cuerpo enjuto aguanta,
porque lleva la esencia
de profetas sin tacha.
El pensamiento quiebra,
los barrotes que atrapan.
Nada detiene al hombre.
Su grandeza le eleva,
allende las montañas.
El Universo grita,
reclama su palabra.

Se ha queda la aurora
pensativa y callada.
Las lágrimas resbalan
de las sentidas caras
y se mueren por dentro,
cuando se acerca el alba.
En las gargantas secas,
la admiración se agranda,

Gigantesca figura.
Hercúleas enseñanzas.
Vivirá para siempre,
en las mentes honradas.
A.L.

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