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Mostrando entradas de 2020
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  YA SE VAN, YA SE VAN, PERO SE QUEDAN Ya cobró la justicia su tajada, ya salió de los sueños la criatura, ya voló buscando el nido la paloma, ya colmó con sus frutos la cosecha, ya la luz fundió las sombras en la aurora. Ya se arraiga en las almas la esperanza, si acaba la tortura, si el hambre acaba. Ha templado el acero con el fuego, ha sembrado con paciencia la confianza, en la serena pasión de sus anhelos. Ha pagado la deuda quien afana, y ha nacido en cada sombra la mañana. Ha volcado en los demás su alegrías, y su gozo ha compartido con templanza, dando al sueño el reposo merecido. La canción de la verdad suena en el nido, donde crecen los retoños que sollozan, y una voz en lo más hondo se ha erigido, entre truenos, tormentas y algaradas. Ya se cobra la vida de otras vidas, la parte elemental que así le toca, y el mar de la tierra ya se cobra, la carne arrebatada de sus tripas. Ha soñado el corazón con la aventura, a
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  DOS MIL VEINTE, DOS MIL VEINTE Dos mil veinte, dos mil veinte, llegaste como un diamante, y te fuiste emponzoñando, con ese maldito intruso, una bola con resaltes, de salientes salpicada, como un cabezón de alambres. Dos mil veinte, dos mil veinte, que me robaste hasta el aire, la cara de carnaval, vestiste con mascarilla, y embadurnaste mis manos, con geles como papillas, hasta el sitio me quitaste. Dos mil veinte, dos mil veinte, en mi queli me encerraste, me diste en que pensar, cuando solo corría antes, y me enseñaste a soñar, el presente sin contrastes. Dos mil veinte, que desastre. Apretaste el corazón, con tanta fuerza le golpeaste, que han surgido sentimientos, que parecían inexistentes. Has roto corazones a puñados, y vida por delante te llevaste, a millares, en flagrantes soledades. Bicho repugnante y deleznable, intruso imperturbable que se cuela, sin pagar los precisos óbolos, ajeno a cualquie
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  NO LE FRENA... Restos del naufragio van quedando, flotando entre las vidas sin saberlo, ignorantes los fragmentos indelebles, entre sueños y apócrifos recuerdos. La aurora se ha quedado ensimismada, contemplando atónita al sujeto, el sujeto que navega entre dos aguas, entre mares de dudas y de aciertos, cabizbajo o erigido como un cedro. No comprende el necio lo que pasa, sumido en verborreas y desacuerdos, más sigue cual lacayo letanías, cediendo dignidades y derechos. Ya asoma la verdad en aquel cerro, de hojarascas cubierta y de deshechos, con ojos de razón y sin desprecio, inmersa en el olvido como un sueño. El verso convertido en melodía, ha vuelto a recordar lo que es auténtico, marcando pertinaz sus sintonías, en su lento devenir pero certero, o en el rápido suspiro, que es la chispa, que enciende la verdad como un lucero, entre rescoldos aparentemente muertos, el verso así desvela la mentira. Los restos van qued
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  MÁGICO EN LA PAZ Y EN LA TORMENTA Amores van sonando cada día, envueltos en la magia de su canto, el son de su cantar es melodía, igual que su canción eleva el ánimo. Sus acentos no son la mercancía, que se cambie sin más por el dinero, que en la cálida caricia de su aliento, tan solo es canjeable en armonía. Amores en la espina y en los pétalos, en la carne de su suave terciopelo, es el esbelto tallo que se yergue, en el reflejo cristalino de su espejo. Los ojos enroscados en su aureola, seduciendo al verse en sus colores, la veraz hermosura hasta en sus formas, o sean plantas carnívoras que devoran. En las carnes y en el ánimo se inyectan, los amores de pasada que transitan, como alma atormentada así levita, impregnando de pasión como una estela, una estela de placeres y de olores, inmersa en los efluvios de sus venas. Un coro de famélicos temores, hollando cada paso que se aleja. Amores que flotando se marcharon, ent
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  LATENTE CORAZÓN Desde el latente corazón, sabe el latido, del sentido y la pena, late según el son del sentimiento, del importante matiz de su latencia. Y es su latir, una melódica o alocada canción, que sobresalta o serena. Turgente corazón, que se desboca o frena, en el pecho sus golpes, ensancha la emoción, y es tanta la pasión cuando golpea, que infla las venas, en su ímpetu arrollador, y sale al exterior cuando el amor llega. Corazón, que latiendo se condena, al impulso irrefrenable de la vida, late apaciblemente, o se sale del pecho en su carrera. Es tanta la emoción, cuando se altera, que hasta nace el sudor, la lágrima se licua y se desvela, a las mejillas, llega la pasión. Corazón de algodón o de madera, grosero o sutil, libra o condena, son sus latidos como sentencias, o voces que anuncian el perdón, de tal manera, que es juez o sanador, que alivia o impertérrito desprecia, sabe también, de hambres
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  LA ARMONÍA QUE SOLLOZA Sangran las manos, del hábil artesano, fibrosas las ideas, artesanales sueños, labrados en la roca, artísticos recuerdos, con los cinceles mágicos, de sus goces auténticos. Entre cuerdas fantásticas, los dedos se entrelazan, dando sonido al mundo, que al sentimiento alcanza. La armonía que solloza, entre los sueños cósmicos, cual alma levitando, en las humanas notas. Ha visitado el mago, a la indecisa mente, y ha dejado la magia, en la perlada frente. La armoniosa cosecha, que de sus manos sale, un manantial que nace, de sanadoras músicas. Arranca del sentido, los acordes del tiempo, que al sentir se diluye, entre los sentimientos, una lágrima rueda, una perla sonora, un amor sin fronteras, en las mágicas notas. El alma se desgarra, se conmueve y se apena, desprendiendo la esencia, que de sus manos mana, y la paz deslizándose, sobre la piel desnuda. Directo a las entrañas, el amor vive y muda. Las olas musica
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  NAVIDADES SABÁTICAS Lejos del calor y del abrazo, distancia que separa la cordura, metro y medio, o la total distancia, la inmensa eternidad de la locura. Palabras inalámbricas huidizas, digitales imágenes que vibran. Se ha adueñado del tiempo, la malvada y maléfica. Una sombra chinesca, pletórica de dudas. No importa el nombre, ni el color, ni la raza, ni el acento siquiera, volátiles palabras. No importan los ropajes, ni vestimenta alguna, ni importa la estatura, ni el color del cabello, ni las manos huesudas. En la audaz singladura, se ha quedado en el centro, en el profundo núcleo, en el vértice opuesto, en el abismo lóbrego, en el íntimo instinto, en el leal sentimiento, se ha quedado la vida, replegada hacia adentro. No hay banderas ni símbolos, ni furiosas trompetas, ni siquiera un suspiro, ni una voz que se altera. Una esperanza asoma, llamando tras la puerta, con los nudillos rotos, co