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Mostrando entradas de mayo, 2023
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  EL ABISMO QUE NOS MIRA Abriendo la flor, sus pétalos, desarrolla su belleza. Como cuando abren los brazos, quienes abrazar quisieran. Abre la mente quien piensa, para encontrar las respuestas. Cuando se mira al abismo, también el vacío nos mira. Como cuando mira el ser, al insondable infinito, sin ver, que él también nos mira. Nos mira, sin responder. Amor, que en el tiempo habita, y en el misterio se esconde. Con los ojos siempre abiertos, profundo abismo que mira. El silencio en las pupilas, y en su infinito misterio, a otros misterios responde. Destellos en las profundas, miradas que nos espían. Donde gravitan la luces, de miradas infinitas. Amores entre las brumas, en busca de nuevas vidas. Mira el abismo a quien mira, en su insondable presencia. Y escrutando la existencia, va descubriendo la vida. Y abre, amando, sus pétalos, desde la belleza íntima. La mentira, también mira, en la verdad escondida. Mientras la razón suspira, con la
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NO SABE, QUE SABE No sabe el corazón de vaguedades. Si sabe, la razón de despropósitos. Sabe el amor, de pasiones y mimos. Y no sabe el dolor de su propósito. Más, sabe el pensamiento de verdades. Y sabe bien, quién ama, de sentidos. El corazón se estrecha con la pena. Y son los dolores como alarmas. El amor, cuando llega, te desarma. El corazón, con el amor, se ensancha. Bien sabe, la memoria, de añoranzas. Y de caricias, bien sabe, cada poro. Y así, sabiendo, que no se sabe, se va sabiendo, como amar al otro. Un devenir de innumerables sueños. Un, sin saber, del sutil sentimiento. Amando, sin saber, se va sintiendo, como se ama la vida, que es de otro. Sabe el poeta, de amores que se fueron. Sabe el cantor de cantos y poemas. Más, sabe más el humilde gorrión, que una pléyade de innumerables versos. Amar, con la verdad, siempre sabiendo, que, saber, agranda el corazón. Como un géiser, que emerge, nace el ser. Nace así, la criatura, sin saber, lo que le deparará, el implacable tiempo.
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  RECUERDOS SON, CUÁL ESPEJO Ya te invaden los recuerdos, como huestes de un ejército. Armados hasta los dientes, con del pasado, sus retos. Ya llegan, con sus secretos, silenciosos y exigentes. Llegaron ya, plenos de éxito, con lisonjas y desprecios. Con expectante impaciencia, se recibe a los recuerdos, como insignes visitantes. Llenos vienen de experiencias, de otros mundos paralelos. Y ocupan nuestro cerebro, sin pedir permiso a nadie. Etéreos llegan. Silencio. Como mágicas ideas, llegan sin pausa evocando. Vestidos de finas ropas, o desnudos, cuál retoño. Con la mochila repleta, con los deberes de antaño. Sigilosamente llegan, como ladrones, sin miedo. Se va llenando el vacío, con remembranzas que llegan. Son más hermosas y fluidas, de cuanto más lejos llegan. Algunas son de oro puro, otras son, recia arpillera. Mas, son todas, el bagaje, de valiosas experiencias. En los recuerdos, amores, como poetas que versan. Versos, que a sueños e
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  CICATRICES EN LAS CARNES Van saltando las costuras, de las profundas heridas, infringidas sin parar. Es, por la insaciable gula, del vicio de la criatura, que desea más y más. Y en ese insidioso afán. Ante esa febril locura, van sufriendo la tortura, quienes carecen de pan. Sufre, el niño sometido, al placer de los demás. Y es, en ese sinsentido, donde la codicia crece. Unos, de hambre fenecen, y otros, de esa hambre, crecen. Ya se escriben en los libros, de los que del hambre viven. Solo, el hombre, salva al hombre. Solo el hombre es el artífice, de las desgracias de otros. Y solamente es el hombre, quien crece, pisando a otros. Y del hambre, hace negocio. Se restañan las heridas, con el valor de lo auténtico. Y es el amor, la amalgama, que une la grieta del tiempo. Son manantiales los nobles, sentimientos que las curan. Amaneceres de nombres, que en la claridad alumbran. Noches, de insomnios y hambre, que cortan como cuchillas. Y en lo
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  AMOR EN LAS RENDIJAS Se queda en las riberas, del río de la vida, los restos de existencia, que el tiempo, hace esquirlas. Y quedan los fragmentos, que aman y respiran. Retazos de otros tiempos, que el tiempo no derriba. Y al ver en las rendijas, los sueños que se escapan. Se va quedando indemne, lo auténtico que habita. No duda la nostalgia, en emprender la huida. Cuando el tiempo, implacable, Arrasa lo que falta. Ya sueñan los amantes, con sentir las caricias. Del amor que se funde, con la carne que habita. Y en el verbo alterado, por la emoción más íntima. Se ha quedado el legado, del amor que se iba. Y el amor, queda huérfano, perdido en las orillas. Diáfanos los tálamos, de sueños que se olvidan. Y el tiempo, que es tirano, en sus garras le embrida. Ya no quedan luciérnagas, en la negrura íntima. Ya se van, ya se han ido, más quedan llamas vivas. Anhelos en los vientos, que flotan cuáles élitros, de verdades que brillan. Y el verso
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  GRITOS EN EL SILENCIO Viajero del tiempo, ausente, de las vidas que se pierden. Como pavesas de un fuego, que de sus brasas emergen. Restos de pasiones son, que, prendidos en los sueños, acuden en procesión. Canta sin pausa el gorrión, cuando el silencio se extiende. Y hasta las voces se oyen, de quienes guardan silencio. Canta el ruiseñor, y el verso, mudo, escucha su canción. Y se oyen a los silentes. Brasas de un mundo sin voz, donde el pensamiento emerge. Y calla, a lo que ensordece. Acude el silencio al ruido, para hacer de él su paciente. Todo en la vida enmudece, ante el llanto de un ser vivo. No silencian los latidos, ni las voces, ni los gritos, de a quienes el hambre acude, Son, alarmantes gemidos, que en silencio se reprimen. Habla, el silencio de un niño, y el sabio, en silencio, vive. Brasas, de un fuego extinguido, que, el tiempo sin pausa avivan. Amores son, que, perdidos, al sueño inquieto regresan. Y, en el silencio, son gri
  MADRE TIERRA QUE AMAMANTAS En el huerto de la vida, siembra vida el hortelano. Ser, de múltiples aristas, que ama, ríe, sueña y llora. Y en su caminar humano, la margarita deshoja. Vive ufano el soberano, envuelto en ricos ropajes. Mientras recogen los pajes, las migajas de su plato. Y latiendo en ese órgano, roba la vida al hermano. En el huerto de la vida, siembra aliento el ser humano. Tierra, que abraza a la vida, con la sangre de sus órganos. De tan generosa dádiva, vive el ser, noble o villano. El huerto es frondoso o árido, si se mima o se tortura. Y es la propia criatura, la que lo ama, o le desprecia. Lo noble, no está en el hábito, si no en lo que dentro piensa. Se cree el señor que es el amo, de lo que la Tierra alberga. No sabe, que no es su esclavo, el ser, que en ella se crea. Pisotea, aquello que crece, que da vida, a rey y lacayo. Quien siembra amor se enriquece, de la vida a la que impregna. Y es un jardín floreciente, la