UNA
FLOR QUE CONTEMPLAR
En
el filo de la vida,
se
debaten los valores,
en
un hilo sostenidos,
sobre
la daga prendidos.
Traiciones,
odios y amores,
respeto,
alegría y ritos.
En
el filo de los sueños,
bailan
ideas y acertijos.
El
verso rodó en el alma,
como
si fuera una lágrima,
de
dolor y amor unidos.
Una
palabra que vuela,
que
sobrevuela el sentido,
la
voz cascada en los labios,
atravesando
el sonido.
Un
sueño, que sigue vivo.
Recuerdos
en el baúl,
repleto
de viejos mitos.
Senderos
por descubrir,
de
conocimiento ahítos.
Amor
como un souvenir,
que
la moda se lo lleva.
Una
ropa que vestir,
para
tapar lo que queda.
Amores
de corazón,
como
huellas indelebles,
grabados
a fuego son,
muescas
en una emoción,
que
llega y nunca se pierde.
Camina,
camina siempre.
Zancadas
gruesas y finas,
pinceladas
en la nieve.
Se
fue arrugando la piel,
pero
tensa la sonrisa,
un
alegre cascabel,
en
sus armoniosas rimas.
Que
no sean de oropel,
las
verdades que prodigan,
que
no sea su sabor a hiel,
ni
sus manos recias limas.
En
el filo del placer,
se
balancean las vidas,
columpios
en el saber,
que
igual que vienen se van,
en
una noria infinita.
Amor
de cimientos firmes,
aferrado
al corazón
y
a la mente que cautiva.
Agridulces
alegrías,
sabor
a harina y a sal.
Solo
el tiempo fiel camina,
en
su eterno caminar.
Olores
en las imágenes,
que
en las mente se reavivan,
como
un aroma real.
Verso
que nunca claudica.
Marcharon
cosas sencillas,
arrastradas
como astillas,
por
un destino viral.
Añicos
en el morral,
de
pasadas pesadillas.
Una
flor que contemplar,
por
unos ojos que brillan.
A.L.
(ángel l. pérez)
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08/08/2020
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