DÉJATE
LLEVAR...
Dejarse
llevar,
en
la corriente del río,
flotar
como ausente,
en
la caricia líquida,
de
su fortuito brío.
En
la mar ser un átomo,
de
su cuerpo ciclópeo
y
en la cresta de la ola,
viajar
como perdido.
En
un lugar ingrávido,
flotar
en el vacío,
ajeno
a los vaivenes,
del
grávido sentido.
En
el tranquilo lago,
en
su cuerpo translúcido,
soñar
sobre su piel,
en
su cristal dormido.
Suave
roce travieso,
como
un ser fugitivo,
que
en la atmósfera vaga,
cual
viajero perdido.
El
delicado beso,
que
apenas roza el ánima,
etéreo
como un hilo,
de
un efluvio que pasa.
Un
sentido que aflora,
en
la mente escondido,
cual
promesa guardada,
en
las hojas de un libro.
Una
pasión que inflama,
al
minúsculo músculo,
la
emoción que derrama,
dejando
un tibio surco.
Se
fue el halcón del nido,
plumífero
viajero,
la
sabia luz que vive,
en
su atenta mirada,
en
sus ojos certeros.
En
el plumaje el viento,
de
su majestuosa calma,
en
su armonía innata.
Sentir
la tierna brisa,
sobre
la faz serena,
una
cálida noche,
donde
la Luna ama.
El
flujo que te envuelve
y
que el embrujo salva,
con
sus manos de magia.
Una
sombra que pasa.
El
sabor de la tierra,
de
su carne mojada,
olor
en las entrañas,
a
vida que renace,
del
vientre que la pare.
Una
hoja que cae,
silenciosa
y atávica,
de
un libro de añoranzas.
Dejarse
adormecer,
con
la suave tonada,
de
una voz que palpita.
Una
cálida sábana,
un
cuerpo que se gira.
A.L.
(ángel l. pérez)
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07/08/2020
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