EL
OJO BUSCÓ EL DESTINO
Una
casa de papel,
letras
danzando curiosas,
un
poema que leer,
con
ojos de terciopelo.
Unas
sendas sinuosas,
para
crecer y crecer,
un
verso, que desde el cielo,
mira
al humano sincero,
sumergido
en su quehacer.
De
rosas cubrió el jardín,
de
luces el Universo,
más
se dejó sin cubrir,
el
vacío de su cerebro.
Llenó
de falsas promesas,
la
mente infantil y terca,
alimentando
sonrisas,
para
después deshacerlas.
En
el borde del sendero,
las
hierbas crecen altivas,
libres
de pisadas vacuas,
en
su hermosura sencillas.
Hay
huellas que van marcando,
para
otros el camino
y
pisadas que atraviesan,
las
vidas que van llegando.
El
ojo buscó el destino,
entre
sueños y quimeras,
girando
cual torbellino,
dando
tumbos cual beodo.
Fue
construyendo fronteras,
alambradas
en los hombros,
en
falsas conciencias muros
y
rejas en las cabezas.
Parapetos
de teflón,
en
falsas mentes reptantes,
simas
como sumideros,
que
abducen el corazón,
de
cerebros despreciables.
Perdidos
en los senderos,
quedan
cuerdos y dementes,
unidos
por el amor.
Del
olvido que todo lo tapa,
al
recuerdo presente y tenaz,
la
canción que la emoción desata,
al
azufre que huele a dolor.
Una
sombra se cierne veraz
y
la luz verdadera se apaga.
Se
descubre desnudo el amor,
en
el verbo de verdad innata.
A.L.
(ángel l. pérez)
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09/08/2020
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