A
LA VIDA QUE RECLAMA
Sigue
el rastro de los años,
halos
de viejos recuerdos,
cargadas
van las alforjas,
llenos
viven los cerebros,
mientras
nace la cordura,
un
embrión que crece dentro.
Una
esperanza que rompe,
las
entrañas, como un trueno.
Llegó
repleta de esencias,
efluvios
de amor y anhelos,
atravesando
la bruma,
del
vientre vivo y auténtico.
De
la carne generosa,
se
escapó buscando el cielo
y
en un valor infinito,
envuelto
en amor su celo,
dio
la vida, vio su aliento.
Asoma
al aire la vida,
que
presa llevaba dentro,
envuelta
en amaneceres,
en
primaveras de sueños,
de
los néctares saciando,
su
bello e ínfimo cuerpo,
embadurnado
de vida,
de
sangre, amor y deseo.
Llegó
un soplo de alegría,
un
torbellino de ensueños,
de
realidades magníficas,
bordadas
de bellos flecos
y
prendida en los sollozos,
la
esperanza va creciendo.
De
ida y vuelta va el amor,
entre
la carne y los huesos.
Acordes
de una canción,
nueva
melodía que rompe,
las
penas del corazón.
La
perfecta sinfonía,
de
una vida que renueva,
la
vida que la alumbró.
Una
luz prístina y nítida,
exenta
de odio y rencor.
Inundó
de luz la estancia,
fresca
ternura que emana,
vidas
plenas, asombradas,
de
una belleza tamaña,
a
una belleza mayor,
que
un gran artista plasmara.
Una
exquisita fragancia,
perfumando
en derredor.
Pletórica
de emoción,
derramó
su bello llanto,
grita
la vida su canto,
canta
con su propia voz,
a
la vida que reclama.
A.L.
(ángel l. pérez)
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17/08/2020
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