EL
EFÍMERO PLACER
Baila
la pavesa al aire,
danzarina
singular.
La
imaginación se aviva,
al
ver la noche llegar.
Una
traviesa sonrisa,
una
atrevida caricia.
La
mente habla sin cesar,
cual
monólogo sin prisa.
Estructuras
que retiemblan,
vibrando
como las hojas.
Una
aventura sonora,
que
busca la libertad.
La
sutil tranquilidad,
de
una mágica pianola.
Unos
versos en la aurora,
rajando
la oscuridad.
La
sangre a la herida aflora,
como
un manantial que llora,
por
la tierra que abandona.
Unos
besos en la alcoba,
buscando
la eternidad.
La
cálida bealdad,
entre
la luz y la sombra,
que
la desnudez adora.
Bebe
del aura quien mama,
de
la ubre del saber.
Sueña
querer conocer,
quien
en sus entrañas mana,
la
sed de conocimiento.
Vive
en equilibrio incierto,
quien
vaga en la placidez.
Todo
conecta y engrana,
en
el círculo complejo,
ahíto
de sencillez.
El
efímero placer,
en
la prueba se desgasta.
Vive,
se agita y se cansa,
ausente
de padecer.
Entre
las brasas se abrasa,
en
el extinto nacer.
La
voz que grita se apaga,
en
su real flacidez.
Baila
la sombra en el ánimo,
que
oscila en su devaneo.
Cambia
la luz en deseo,
de
poder permanecer.
El
amor siembra en su huerto,
las
semillas del ayer.
Florecen
nuevos anhelos,
junto
al deseo de saber.
Unos
suspiros se van,
otros
en el labio esperan.
Un
amor que viene y va,
se
diluye entre la niebla.
A.L.
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17/03/2020
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