ELLA.



Era su mirada,

como un crisol de sueños.

Perdida en el espacio,

soportando la ausencia.



Era su rostro.

Como una rima loca.

Despertar de una vida.

Corazón de amapola.



En el trance en que ríe,

la barrera de nácar.

Como un sueño de rosas,

despertando en el alba.

Dientes que desafían.

Celosos centinelas.



Eran sus ojos.

Como fosos de arena,

firmamento de estrellas.

Anunciando promesas.

Como soles de fuego,

destilando sapiencia.



Pinceles son sus manos.

Como duendes bailando.

Convertidas en alas,

que en el aire aletean.

Mariposas de seda.

Dibujando quimeras.



Sus cabellos de perlas.

Coronando su esencia.

Como crines de ébano,

en sutil movimiento,

en el Sol se reflejan.

Y bailando entre brisas,

juegan con sus orejas.



Fresones son sus labios.

Puertas de su frontera.

Rosas de terciopelo,

que su aliento alimenta.

Promesas de deseo,

que el viajero se encuentra.



Al rozarte la cara,

con su simple presencia,

Vendavales de anhelos,

sus pisadas despiertan.



Y en noches de azabache,

donde el tiempo se queda.

Brillante como el oro,

se paran los planetas...

Ángel L. Pérez ®

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09/03/2024

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