ESCULPIENDO, TEJE Y BORDA

Teje la madeja el tiempo,

baila el pábilo en el viento,

a la silueta ama el agua,

que va adaptándose al cuerpo,

una chispa en un momento,

hace saltar las alarmas,

y el amor, que vive dentro,

sueña con poder amarlas.

La vida teje hilo a hilo,

el vestido de los sueños,

blanco y negro en la nostalgia,

verde esperanza en el verbo,

amor de rojo vestido,

entre los níveos efluvios,

de rico traje el orgullo,

bermellón en cada beso.

Servidores de lo ufano,

que de rodillas caminan,

en celofanes envueltos,

genuflexiones y misas,

parabienes y sonrisas,

bordadas con hilos de oro,

que murmuran de puntillas,

de oropeles sus tesoros.

Teje la madeja el mundo,

con finas hebras de tiempo,

cosida a mano la vida,

con pespuntes que se estiran,

esculpe con mano firme,

y en su andar nunca sucumbe,

la verdad, que sigue viva,

al vaivén de las costumbres.

Plebeyos de finos trazos,

que en sus dormidos cerebros,

dormitan entre reflejos,

y entre las sombras caminan,

atados al yugo brillan,

y en el contraluz cautivan,

a tontos, lerdos y necios,

con palabras de avaricia.

Borda el amor la injusticia,

y en su esmero dignifica,

traje de rosas nacidas,

en el verso de los tiempos,

libre a la pasión se inclina,

como el junco ante los vientos,

pero no cede su rima,

ni a rayos, ciclón o truenos.

Teje el verso su andadura,

y el poeta se sublima,

en los campos de la duda,

donde el amor es maestro.

Angel L. Perez ®

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30/11/2021