NO
SE PARTE, AUNQUE SE DOBLE
El
eco dijo a la vida,
el
eco de la verdad,
que
al final de la partida,
son
los pasos nada más.
Cada
huella merecida,
cada
regalo de vida,
que
se entrega a los demás.
Lloró
la rosa en el alba,
al
descubrir la mañana,
los
pétalos satinados,
mirando
nacer el día.
Dejó
su esencia en el aire,
para
envolver a quien ama.
El
aroma de su carne,
se
confundió con el alma.
El
espacio se llenó,
con
la claridad que emana,
del
sentimiento que mana,
del
sincero corazón.
Versó
la vida la savia,
que
alimenta la razón,
la
fuente certera y sabia,
que
al ser vivo amamantó.
Quedó
la voz suspendida,
en
un suspiro de amor,
con
el aliento queriendo,
dar
su cálido sabor.
La
brisa quedó prendida,
del
viento que no sopló,
en
el entreabierto espacio,
que
queda entre a amor y amor.
No
se rinde la pasión,
ante
la ofensa infringida,
cuando
es más fuerte el amor,
que
la explosión repentina.
Se
fue, quien viaja deprisa,
sin
mirar al rededor.
El
junco al viento se inclina,
pero
retorna y se estira,
desafiando
al ciclón.
Dejó
el eco de sonar,
tantas
veces repetido,
solo
quedó su sentido,
flotando
en el corazón.
A.L.
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15/04/2020
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