NI
SE FRENA, NI SE PARA
No
se detiene la voz,
que
sale de las entrañas,
ni
se frenan las palabras,
que
salen del corazón.
No
se detiene la sangre,
que
en el interior emana,
ni
se frena a la razón,
cuando
palpita en el alma.
Se
llenaron los abismos,
que
secos de vida estaban
y
se secaron las cloacas,
de
suciedad infectadas.
Se
llenaron las cabezas,
de
sabias ideas que hablan
y
se secaron los odios,
que
a la bondad aferraban.
No
se detiene la vida,
aunque
sea espesa la calma,
ni
frena el verdor la planta,
cuando
la nutre la savia.
No
se detiene el amor,
ni
el valor que vive y ama.
Ni
se rompen los abrazos,
que
en el corazón se graban.
Se
llenaron los recuerdos,
que
apretados se empujaban,
de
innumerables vivencias,
presas
en rejas de plata.
Son
de oro fino algunos,
otros
de pura hojalata
y
los sembrados de amor,
entre
todos se destacan.
No
se detiene a quien piensa,
ni
a quien medita o se calla.
No
se frena a la verdad,
cuando
del saber emana,
ni
se diluyen las voces,
que
la libertad reclaman.
No
detienen las barreras,
a
quienes la hambruna ataca.
Se
vaciaron las cabezas,
de
viejas ideas vacuas
y
de nuevas se llenaron,
para
vencer la nostalgia.
Repletas
de miel quedaron,
las
caricias en la siesta
y
se vació de rencor,
el
corazón del poeta.
No
se detiene la furia,
de
la fustigada Tierra,
ni
se frena la bondad,
si
de verdad es sincera.
No
se detiene a quien ama,
cuando
su entrega es auténtica,
ni
se para el corazón,
si
es amor lo que se entrega.
A.L.
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05/04/2020
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