COMO
SE VIVE LO AUTÉNTICO
La
fuente mojó los labios,
del
cansado caminante,
sació
la sed de sus fauces,
con
las gotas de su esencia
y
reanimó su semblante,
dando
a sus pasos viveza.
Con
la mochila repleta,
de
las lágrimas vertidas,
se
dirige quien camina,
con
los pasos vacilantes,
a
su impreciso destino.
Cada
aliento es un momento,
de
su latir incesante.
Cada
pensar un suspiro.
Trazó
la ruta sin meta,
viendo
la senda a lo lejos
y
caminó con prudencia,
para
pausar la impaciencia,
que
reflejaba su pecho.
Plasmó
su huella en la tierra,
jalonando
cada trecho,
con
la impronta de la mente,
que
dejaba en cada verso.
El
viento frenó las lágrimas,
que
ruedan como un rimero,
sobre
el rostro demudado,
frígido
por el esfuerzo.
Devorado
el pensamiento,
busca
la palabra sabia,
que
acompañe al sentimiento.
La
fuerza de la pisada,
olvida
que es solo un sueño.
Con
la voz entrecortada,
murmura
sobre el sendero,
con
cada paso recuerda,
de
las ideas los hechos
y
la caída de la tarde,
va
reclamando su encierro.
Se
quedaron los enojos,
perdidos
como recuerdos,
en
los rincones del tiempo.
Lleno
el zurrón de sapiencia
y
de la carne los huesos,
temblando
como los pábilos,
que
vibran entre los dedos,
se
acercó la madrugada,
sigilosa
y en silencio.
Pasó
de largo la noche,
oscura
como el secreto.
El
amor quedó soñando,
entre
caricias impreso
y
fue tan sutil su acento,
que
se acomodó por dentro.
Amó
sin pausa, en silencio,
como
se vive lo auténtico.
A.L.
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15/06/2020
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