EL AMOR, NUNCA SE HUMILLE



Quédese en suspenso el aire,

para que la mente fluya.

Que sea el miedo el que huya.

No sea feroz la tormenta.

Ámese, más con ternura,

que la afrenta, sea dulzura.



Que canten desde la cuna,

los retoños que allí pacen.

Cálmense las desventuras,

para que el verbo sea grande.

La aventura sea la vida,

que a los amores se abrace.



Quédense entre las costuras,

las nostalgias que les hunden.

Sea el vestido que les cubre,

de amores, no de locura.

Que no sea la vida dura,

con gentes que sean fiables.



Salgan las dudas a flote,

para que el mar se las lleve.

Que se tornen en verdades,

las falacias de la vida.

Que el amor, nunca termina,

si las mentes son audaces.



Que terminen las torturas,

que sobre el débil se ejercen.

Que de par en par se abran,

las puertas, para que entren.

Ámense, aunque sea a oscuras,

para que la luz penetre.



Que la mentira no cunda.

Que sea el esclavo rebelde.

Abrácense las culturas,

con colores diferentes.

Que es el mismo Sol que brilla,

en cada rincón del orbe.



Que el amor nunca se humilla,

aunque sea de fuego el aire.



Ángel L. Pérez ®

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11/04/2023

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