UN POEMA VIAJERO

Un suspiro bordó el verso,

y un latido le siguió,

y en la página surgieron,

oraciones por doquier,

que presas en el papel,

sus letras fueron uniendo,

y así enlazas nació,

un poema de sus encuentros.

Se fue pergeñando el ritmo,

se fue pintando la página,

y se llenaron de letras,

las blancas hojas pautadas,

un manantial de emoción,

derramó esencias y lágrimas,

las esencias del amor,

y las lágrimas del alma.

La inspiración llega andando,

en la mente, que se inquieta,

y entre espasmos se despliega,

por las páginas en blanco,

su voz es abrupta o queda,

mordaz o apaciguadora,

plasma su andar en el verso,

y su acento en cada estrofa.

El verso miró al poeta,

y el poeta miró al verso,

y en el cruce de miradas,

se llegó al entendimiento,

ambos hablaron sin trabas,

de sus dudas y recelos,

de las penas y alegrías,

de la injusticia y el miedo.

Madrugadas y desvelos,

rememorando los días,

entre realidad y sueños,

y en el borde de la vida,

ver en el abismo el verbo,

y sentir que noche y día,

de su interior van naciendo,

nuevos y cálidos versos.

Un suspiro venció al tiempo,

el numen surgió de dentro,

y mudo se quedó el trueno,

se ordenaron los recuerdos,

en la memoria revueltos,

bailó el verso entre los dedos,

y expectantes se quedaron,

como felinos los nervios.

Y así, fue el poema hablando,

de amor, de vida y de sueños.

Angel L. Perez ®

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08/02/2022