OLOR A SIEMPREVIVAS

No calla el ruiseñor,

ni aunque le empuje el viento,

su trino habla de vida,

no enmudece el rumor,

del aire entre las hojas,

ni mudo es el lamento,

de quien sufre la herida,

ni calla la injusticia.

No cesa el alarido de la Tierra,

ni el crepitar del fuego,

ni el llanto de la vida cuando aflora,

ni calla quien arrastra las cadenas,

no permanece mudo quien pelea,

ni silente es quien siente la estulticia,

no calla el cantautor,

ni mudas son las penas, ni las guerras.

Sonoro es el crujir de quien aprieta,

necio silencio es quien olvida,

y olvidando lo que ve se calla,

y mudo queda el nervio,

de los que no reclaman,

y no grita quien piensa,

ni ensordece la voz de quienes aman,

ni quien desprecia calla.

Habla el amor y el odio calla,

suena el temblor de la guitarra,

y los labios se cierran cuando canta,

el bello ruiseñor que está en la rama,

no calla quien promete,

ni el roce de las pieles enmudece,

ni el griterío se apaga,

cuando el derecho a la vida se reclama.

En un instante solo, enmudeció,

en un segundo calló,

y fue eterno el silencio,

y se fue engrandeciendo el corazón,

el aleteo de las alas se paró,

y en su mudez nació el temblor,

silencio dijo el tiempo,

y el verbo habló.

Grita la primavera cuando nace,

chillan las golondrinas,

cuando al alero tornan,

la fértil semilla ya germina,

y el roce con la tierra se adivina,

el Sol nuevo parece,

y el aire huele a amor,

y a siemprevivas.

Angel L. Perez ®

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11/02/2022