MIENTRAS
CANTAN LOS GRILLOS
Del
néctar de la vida,
el
sabio y el poeta,
sin
cesar se alimentan.
Como
abejas obreras,
cuidan
de la colmena,
de
la mente que piensa,
del
detalle minúsculo,
de
la jugosa esencia,
del
átomo y del núcleo.
Una
voz clandestina,
en
los labios precisa,
se
ha mostrado indecisa,
si
ser aliento o brisa,
si
hermosa o agresiva.
En
la duda cohabita,
con
la calma y la prisa,
en
su aleteo, imprecisa.
Bebe
el amor del nervio,
que
vibrante succiona,
la
pasión que gravita,
sobre
la esencia misma.
En
la vida palpita,
como
una hoja al viento,
como
un molino gira,
sin
descanso en su centro.
Una
mirada limpia,
cautiva
en las pupilas,
se
ha quedado mirando,
como
la Luna mira,
en
los ojos serenos,
donde
la paz habita,
festonados
los párpados,
con
dos bellas cortinas.
Corazones
de lata,
revestidos
de cera,
en
celofán envueltos,
bañados
en riquezas.
Corazón
de madera,
de
frialdad que delata,
sombra
que no proyecta,
porque
no tiene sombra.
Grito
que se derrama,
de
justicia investido,
con
la verdad sangrando,
de
derechos heridos.
Se
ha quedado entre voces,
como
un vago quejido,
que
en el albur se pierde,
entre
murmullos híbridos.
La
verdad se detiene,
si
la razón se pierde,
entre
oscuras miserias.
Un
luz cegadora,
ha
cerrado los ojos,
a
la verdad auténtica.
La
penumbra se cierne,
si
la verdad no aflora.
Amor
en el estío,
abrasador,
bravío.
Templado
en la calima,
perlados
los sentidos.
Acaricia
la sombra,
mitigando
los gritos,
mientras
cantan los grillos.
A.L.
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28/07/2020
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