NADA
MUERE, SOLO MUDA
No
se detiene el suspiro,
cuando
grita el corazón,
ni
es más veraz la razón,
si
es más fuerte el sonido.
La
vida es un diapasón,
vibrando
a distintos ritmos.
No
se detiene el aliento,
que
fluye con la esperanza,
ni
es más potente el acento,
que
la vida que reclama.
El
amor se queda quieto,
cuando
es falsa la palabra.
No
se detiene el temor,
si
el miedo atenaza el alma,
ni
se frena la pasión,
que
empodera y arrebata.
El
dolor vence a la calma,
que
torna a intenso temblor.
No
se detiene la voz,
cuando
grita la verdad,
ni
se oculta el corazón,
que
a la misma vida ama.
La
verdad es un ciclón,
que
con su presencia acalla.
Surca
la vida la pena,
como
anida la alegría,
en
las sinuosas sendas,
que
entre las vidas transitan.
No
frena la vida el tiempo,
que
se aviva y se recrea.
No
coartan la libertad,
las
rejas ni las cadenas,
la
mente viaja sin más,
en
el espacio que quiera.
No
se detiene la célula,
que
crece en la inmensidad.
Vuela
el amor en la celda,
que
a los muros atraviesa,
con
el filo de la espada,
de
su poderosa esencia.
No
vence al amor la pena,
que
en ocasiones lo ensalza.
Travesías
del saber,
sin
aranas ni fronteras,
como
del amor el ser,
que
con la verdad aumenta.
Al
vivir nada detiene,
su
propia razón de ser.
Pasado
y presente es,
cual
piano desafinado.
El
sabio tiempo lo afina,
con
el vigor de su halo.
Melodías
que componer,
con
sus poderosas manos.
A.L.
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24/05/2020
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