HUYE, Y VUELVE...

El respeto se diluye,

como el azúcar en agua.

Como un recuerdo que pasa,

porque fue, tan solo, almohada.

Tal vez, como aquella nota,

entre otras, que se escapa.

O se disuelve entre humos.

O como una luz que huye.

Olor de azufre en el aire,

y estrategia en los despachos.

¿Por qué lloras, la dijeron?.

Y apretó tanto los labios,

que en amapola se ajaron.

Y una cortina de clavos,

ardientes, que el cielo borran.

Y hasta el silencio, fue esclavo.

Se fue diluyendo el eco,

del estruendo atronador.

Y solo quedan silencios,

llenos de olor, como huecos.

Se fue el humo evaporando,

cuál de la piel, las cenizas.

Más se enardece la ira.

Cómo se enciende en el fuego.

El respeto ya se ha ido,

como se fueron los cuerpos.

Como el cometa sin guía,

que queda amarrado al suelo.

Sangre, que emerge, cuál ría,

de los abismales sueños.

Y una fosa, entre las ruinas,

se ilumina, a cielo abierto.

Se va escribiendo la Historia,

con las conciencias dormidas.

Sin aprender del pasado,

flacas y frías son las vidas.

El olor ocre no pasa,

inoculado en los huesos.

Pero nace la esperanza,

entre pasadas heridas.

Pasó de largo el respeto.

Y se enquistó la mentira.

Y a zarpazos, la verdad,

deflagró como una chispa.

Huyó el hedor, cuál ladrón.

Cantó el ruiseñor, sin prisa.

Angel L. Perez ®

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23/08/2022