PROCELOSAS SINGLADURAS

El batel partió sin prisa,

del puerto de la esperanza,

en las velas lleva el viento,

la aventura en el timón,

los ojos lleva en la quilla,

y en las manos el talento,

las manos del timonel,

y en el casco el corazón.

La aventura está en la piel,

la que se recorre amando,

mientras los poros llorando,

salinas lágrimas son,

si la caricia es tormento,

un devenir de recuerdos,

que afloran en la textura,

fieles siempre al florecer.

Ávido de amor y tiempo,

camina la criatura,

un batel en su andadura,

sin rumbo y sin timonel,

la sinuosa singladura,

cambia el ritmo de su aliento,

extraviada la cordura,

en el mar de los deseos.

Vidas que siembran pasiones,

sembradoras de esperanza,

semilleros de emociones,

que buscando la templanza,

van colocando jalones,

para guiar las andanzas,

de mentes y corazones,

un devenir de añoranzas.

En el corazón los sueños,

que se amasan en la mente,

y en el transcurrir latente,

de anhelos y de deseos,

van flotando los recuerdos,

y nuevas ideas afloran,

como embriones que florecen,

como emergen los recuerdos.

Sentir que el velero surca,

líquidas carnes sin tiempo,

empujado por las olas,

por el impulso del viento,

a la vista el horizonte,

que se aleja en cada aliento,

en las entrañas la culpa,

el valor entre los dedos.

Amor entre las costuras,

y entre los ojos el centro,

donde se forjan las vidas,

que se emprenden sin recelo,

un devenir de miradas,

de dudas y pensamientos,

un reguero de locuras,

en el centro de los sueños.

Angel L. Perez ®

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31/01/2022