DÉJAME VER…

 

Hasta el árbol se protege,

de los embates del viento.

Y su corteza soporta,

vendavales y aguaceros.

 

En su frondoso plumaje,

aguanta el ave el relente.

Y replegada en sí misma,

su propio calor defiende,

de la helada que la agrede.

 

Nadie se acerca a taparla.

Nadie le pone una manta,

sobre su pequeño lomo.

Nadie le ofrece un abrazo.

Todos pasan sin mirarla.

No existe para sus ojos.

 

Ojos que miran de frente.

Que solo ven lo inmediato.

Que solo observan por fuera.

Y lo hermoso se disuelve.

Porque ven el envoltorio.

Y el detalle se lo pierden.

 

La belleza de lo estético.

Vacío de contenido.

Ropajes sin nada dentro.

Y el auténtico valor,

pasa de largo sin verlo.

Aire que roza tu cuerpo,

invisible y silencioso.

Como besa el que saluda,

sin sentimiento en el rostro.

 

Queda ausente el que se mofa,

del otro sin conocerle.

Así la naturaleza,

la burla se la devuelve.

Rechazando así la esencia,

que el otro puede ofrecerle.

 

Todos nacemos desnudos.

Aunque el vestido nos tape.

Desnudos permanecemos,

ante tan frágil plumaje.

Y por mucha vestimenta,

que camufle nuestro cuerpo.

La carne sigue desnuda,

delicada y Vulnerable.

 

Déjame ver lo que sientes.

Para poder apreciarte.

Para ver lo que se esconde,

detrás del escaparate.

Que la sombra que te oculta,

no deja ver el paisaje.

Tu generosa presencia,

para que el otro te salve.

 

Ángel L. Pérez ®

SOY LO QUE ESCRIBO Y LO QUE TÚ SIENTES AL LEERME

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06/07/2024