SEMBRANDO EMOCIONES

Sentado en el zaguán,

el viejo meditaba.

El anciano ahondaba,

en la vida extraña,

en la extraña vida.

Miró al infinito,

a través del alma.

Y quedó perplejo,

al mirar la nada.

Porque vio en el fondo,

la verdad plasmada.

Pero, fue por dentro,

cuando miro el centro,

donde late el verbo.

Donde dos latidos,

combaten con miedo.

El sabio y el lerdo.

Se quedaron solos,

con su enigma al alba.

Desbrozando el sueño,

soñar, que soñaban.

Y en la madrugada,

se fueron luciendo,

como estelas diáfanas.

Fueron, y se fueron.

Versos en la arena,

lamidos de olas.

De la nívea espuma,

el runrún que aflora.

Y entre dos suspiros,

la enorme muralla.

Se van encogiendo,

las plateadas canas.

Sabios son los ojos,

que de viejos miran.

Escudriñan gestos,

y miradas huidizas.

Enjuto el semblante,

que atento vigila.

Y el nervio al instante,

se aquieta y anida.

Los amores fueron,

son cuáles vigías.

Y son, porque fueron,

la esencia que agita.

El sonido errante,

vuelve a ser constante.

Y el tiempo suspira,

porque ve que expira.

Canciones de antaño,

que en la sangre vibran.

Rumores lejanos,

corrientes de vida.

Y soñando el ojo,

ve como respiran.

Sueña como miran,

sin patria, sonoros.

En el porche piensa,

sin mirar, olvida.

El anciano encuentra,

la idea entre las vidas.

Y al sentir la ausencia,

vive cada día.

Retornan amores,

y el ojo se achica.

Que el tiempo no piense,

que el poeta se rinde.

Angel L. Perez ®

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19/06/2022