CAPRICHOS DEL TIEMPO
Tiempo, de rostro solemne.
O de rictus de soberbia.
Silencioso, siempre etéreo.
O despótico y perenne.
Siempre presente y eterno.
Como el aire, nunca muere.
Son caprichos del destino.
Del tiempo que ha de llegar.
Son los hechos venideros.
Los que acojan el camino.
Que se van, quedan atrás.
Las señales del sendero.
Amores, que lleva el tiempo.
Tal como plumas al viento.
Flotando como los halos.
Entre los cálidos versos.
De un poema, que es el tiempo.
Baila el verbo; sin embargo.
El tiempo, que nunca existe.
Pues, cada huella es el hecho.
Que, nunca, regresará.
Pero, otros, sí la pisarán.
Y otros, harán huellas nuevas.
Mientras vidas paralelas.
Viven, sin verlas pasar.
Caprichos, del tiempo, son.
Los que nunca llegan solos.
Envueltos siempre, sin voz.
Tal como un regalo amado.
Puede, que en el interior.
Lleve un dulce envenenado.
Hay amores, que, en el tiempo.
Se diluyen como el humo.
Que, se desprende del fuego.
Creado, en otro momento.
Son los vapores, que quedan.
Después de extinguir el fuego.
Amor, que en el verbo vive.
Y en los pasos se construye.
Como, metal en el yunque.
Es el tiempo, que, seduce.
Vistiendo al verbo de nuevo.
Con besos, que nunca huyen.
Ángel L. Pérez ®
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02/08/2025
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