DOS MIL VEINTE, DOS MIL VEINTE


Dos mil veinte, dos mil veinte,

llegaste como un diamante,

y te fuiste emponzoñando,

con ese maldito intruso,

una bola con resaltes,

de salientes salpicada,

como un cabezón de alambres.


Dos mil veinte, dos mil veinte,

que me robaste hasta el aire,

la cara de carnaval,

vestiste con mascarilla,

y embadurnaste mis manos,

con geles como papillas,

hasta el sitio me quitaste.


Dos mil veinte, dos mil veinte,

en mi queli me encerraste,

me diste en que pensar,

cuando solo corría antes,

y me enseñaste a soñar,

el presente sin contrastes.

Dos mil veinte, que desastre.


Apretaste el corazón,

con tanta fuerza le golpeaste,

que han surgido sentimientos,

que parecían inexistentes.

Has roto corazones a puñados,

y vida por delante te llevaste,

a millares, en flagrantes soledades.


Bicho repugnante y deleznable,

intruso imperturbable que se cuela,

sin pagar los precisos óbolos,

ajeno a cualquier cita previa.

Un infame ladrón que nos secuestra,

un criminal sin escrúpulos,

que la vida y la libertad cercena.


Dos mil veinte, dos mil veinte,

como puedes tener tan larga jeta.


A.L. (ángel l. pérez)

NO SOY LO QUE ESCRIBO...SOY, LO QUE TÚ SIENTES AL LEERME

(anónimo).

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29/12/2020

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